El polémico líder de la ultraderecha alemana que sacudió el escenario político
En medio de un clima político tenso tras su reciente éxito en dos elecciones regionales en el este de Alemania, Björn Höcke se posiciona como el líder más polémico de la ultraderecha. Al frente de la Alternativa para Alemania (AfD) en Turingia, su discurso vehemente y sus posturas extremas amenazan con desestabilizar la coalición de centroizquierda liderada por Olaf Scholz.
Höcke, de 52 años, ha prometido a sus seguidores acciones contundentes como detener la inmigración, solucionar la falta de vivienda, eliminar el lenguaje inclusivo y suspender el envío de armas a Ucrania. Esta plataforma le permitió a la AfD convertirse en la primera fuerza política en Turingia, con el 32,8% de los votos, aunque ha encontrado resistencia para formar gobierno debido al rechazo de alianzas por parte de otros partidos políticos.
El líder ultraderechista fue condenado por usar eslóganes nazis en actos públicos, como la frase “¡Todo para Alemania!” durante un discurso en 2021, la cual fue utilizada por las tropas de asalto nazis. Höcke defendió su ignorancia sobre el origen de la consigna, pero muchos creen que sabía perfectamente su significado, intentando normalizar ideas extremistas en la política alemana. "Afirma estar luchando por restablecer la justicia y la libertad en Alemania contra lo que él llama una dictadura de coalición," declaró el historiador Jens-Christian Wagner.
Höcke, que antes de entrar en política era profesor de historia en Hesse, ha sabido ganarse el apoyo de parte de la juventud alemana, quienes lo ven como un defensor de la identidad nacional frente a la inmigración. Sus discursos, a menudo acompañados de música marcial y difundidos en redes sociales como TikTok, refuerzan su imagen de protector patriarcal.
El líder de la AfD también critica abiertamente la cultura de la memoria del Holocausto en Alemania y considera que el país necesita un cambio radical en la manera de abordar su pasado nazi. Propone un “cambio de 180 grados” en la forma en que se recuerda ese período histórico, llegando a calificar el monumento del Holocausto en Berlín como un “monumento vergonzoso”.